viernes, 24 de junio de 2016

MÁS ALLÁ DE... EXTRARRADIO

NO LEER SI NO HAS LEÍDO LA SERIE EXTRARRADIO

COMPRAR SERIE EXTRARRADIO DE JUANI HERNÁNDEZ


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La cita es en el restaurante oriental al que fueron todos a comer cuando Vanessa ganó aquel concurso de la radio, solo que, en esta ocasión, Toni se ha encargado de reservar una de las zonas privadas del comedor porque la comida, más bien multitudinaria, va a parecer un banquete de boda. Los chavales vienen acompañados por sus mujeres, como es normal, además del representante y Juani, la escritora que ha narrado nuestra historia. Tampoco puede faltar el pequeño Juancar, con sus apenas cuatro meses y que duerme como un bendito en el carricoche. Y luego entran las chicas que participaron en la iniciativa que Mari, una bloguera, planteó en el grupo de Facebook dedicado a la trilogía Extrarradio. El asunto era sencillo: escribir en un post lo que les preguntarían de poder estar frente a ellos… y entre Mari y Juani han tenido que hacer criba porque, de lo contrario, el banquete nupcial habría pasado a ser una boda gitana, con sus tres días y sus tres noches, o más.
Pili, Almudena, Manoli, Lorena, Gemma, Ariel, Emi, Ester, María, Thania, Elena, Ana María y May; ellas son quienes rodean la mesa y se miran entre sí, sin saber muy bien dónde sentarse. Finalmente, es Toni quien dirige el cotarro. En uno de los lados de la mesa, en el centro, se sientan Raúl, Diana, Darío y Vanessa, y justo frente a ellos, Ángel, Sofía, Juani y él, quedando los extremos de la mesa libres para que las chicas vayan ocupando los distintos puestos.
Yo deambulo a su alrededor mientras todos permanecen ajenos a mi presencia, y sonrío al percibir sus cuchicheos y las miradas curiosas que les lanzan a los músicos. Seguro que no tienen muchas ocasiones de vivir algo así y van a disfrutarlo al máximo.
El camarero acude a los pocos minutos a tomarles el pedido. La idea es que la rueda de preguntas se haga después de comer, con el café, cuando ya hayan roto el hielo, así que las charlas se van dando en varios corrillos. La mayoría de las chicas ya se conocen, o bien son amigas de Facebook o se han visto en persona, por lo que la comida discurre en armonía. Sin embargo, con la llegada del café comienza la impaciencia, por lo que Juani decide iniciar la entrevista. Bebe un poco de agua para aclararse la voz.
―Bueno… en primer lugar quería agradecerle a Toni que haya buscado un hueco en la agenda de Extrarradio para que pueda darse este encuentro ―dice, dirigiéndose directamente a él, quien asiente con reconocimiento.
―Cualquier cosa por nuestras fans ―la corta de pronto Darío, con esa sonrisa suya deslumbrante, de medio lado, que provoca una risita nerviosa en las féminas allí presentes… Vanessa lo mira de reojo y yo rio por lo bajo; se está rifando una colleja y el gallego tiene todos los boletos.
―Y ellas os adoran ―afirma la escritora, sonriente―. Tanto es así que a Mari le sorprendió que las chicas participaran tan activamente a la hora de plantear sus preguntas ―añade, sacando de su bolso un dossier que deja encima de la mesa―. Aquí están recogidas, aunque ellas saben que no vamos a tener tiempo de formularlas todas porque esta noche tenéis vuestra primera actuación después de la doble boda y debéis realizar la prueba de sonido antes.
―Comida, prueba de sonido, concierto… Esto ya lo he vivido ―bromea de pronto Vanessa, recordando el día en que se conocieron, y su marido rueda los ojos dando un resoplido.
―Y yo, pero espero que me vaya mejor que aquella vez, porque acabé con un dolor de hue…
¡Zas! Colleja voladora aterrizando en la nuca del batería… Si es que se veía venir.

―Contrólate, anda ―le reprocha su mujer, aunque apenas puede reprimir la risa, ni ella ni nadie en la mesa.
―Vale… ―acepta él, no muy convencido, sobándose la zona―, pero te espero en el camerino, muñeca ―le susurra, y ella asiente, mordiéndose el labio.
―Dejadlo ya, tortolitos ―los reprende el manager―. A ver si las chavalas pueden empezar de una vez.
―Eso ―se queja Raúl―. Señoritas, por favor ―añade, haciendo una floritura con la mano.
―A este hay que darle de comer aparte ―se ríe Darío.
―Calla y aprende ―le dice su mujer―. ¿Quién empieza?
―Yo creo que debería ser Mari, ya que la idea es suya y gracias a ella hemos tenido la posibilidad de estar aquí ―decide Juani.
―Pues la primera pregunta es para ti ―le anuncia la bloguera con tono divertido, sorprendiéndola.
―Aquí no se salva ni el apuntador ―recita el gallego, riéndose.
―Eso parece… ―susurra la escritora, apurada, aunque se gira hacia Mari, prestándole atención.
―Me gustaría saber cómo surgió la idea de crear esta trilogía ―le cuestiona.
―Fue haciendo las prácticas del CAP, para ser profesora de secundaria, cuando acabé la carrera de arquitectura. Las hice en el instituto del Barrio del Cristo, de donde es Ángel ―apunta hacia mi amigo― y digamos que los alumnos eran un tanto problemáticos. Algunos venían de familias con riesgo de exclusión social y la escolarización resultaba complicada. Mi tutora era la profesora de plástica, una asignatura bastante agradecida, pero, además, ella aplicó un método que funcionaba muy bien. Llevó una radio al aula y les propuso a los chicos permitirles escuchar la emisora que quisieran, siempre y cuando acabaran la tarea.
De pronto, Ángel ríe por lo bajo, y a mí la escena también me hace gracia, pues forma parte de nuestra historia.
―Era asombroso observar cómo se abstraían de lo que les rodeaba ―continúa Juani―, quedando solo ellos y la música, como si no existiera nada más.
―La música era nuestra vía de escape ―interviene mi amigo, con tono melancólico a causa de los recuerdos―. Yo encontré un lugar donde refugiarme, hasta que Sofía y la música se convirtieron en mi mundo, y que tú tan bien has sabido plasmar en la novela ―le dice a la escritora con mirada cómplice.
Ella, en cambio, se sonroja hasta las orejas. Esta chica necesita confiar más en sí misma…
―Y dime ―continúa la bloguera, que es guapísima, por cierto―, a pesar de que cada novela desarrolla la historia de la pareja protagonista, los personajes secundarios siguen apareciendo casi con la misma intensidad, indiferentemente del libro que sea, ¿no te volviste loca al escribirlo?
―Ahora lo comprendo todo ―bromea Emi, provocando que todos se rían―. Y tú dejándote una pasta en el loquero.
―¿Y cuál es tu excusa? Porque te gastas lo mismo que yo, o más, cabra mía ―Juani le sigue el juego a su compañera, quien abre la boca, haciéndose la ofendida.
―Eso te pasa por adoptar a la cabra del facebook como propia ―la pica la chica de bonitos ojos de gata, Manoli, y Emi intenta fulminarla con la mirada, aunque fracasa al no poder reprimir una sonrisa.
―No te importa que te llame cabra en público, ¿no? ―le pregunta Juani por lo bajo, cachondeándose de ella.
―Tú llámame según quieras ―le dice, y ambas se echan a reír hasta las lágrimas, aunque nadie entiende el porqué. Debe ser alguna broma entre ellas―. Contesta, anda ―le dice a su amiga.
―Bueno, el motivo de mi locura ―recita la escritora con retintín― no es ese, porque digamos que me curtí en ese aspecto cuando escribí la saga de Los Lagos, donde era bastante más complicado. Allí, todas las historias se iban desarrollando a la vez, se entremezclaban unas con otras, y poco a poco tenían su propio desenlace. Con Extrarradio he podido dedicar cada una de las novelas casi en exclusiva a una pareja en concreto, aunque bien es cierto que siempre es muy interesante ver pinceladas de las demás, saber cómo les va. De ahí que también aparezcan.
―Y ya, que has hablado demasiado ―Emi continúa picándola, y ella se ríe―. Yo quiero preguntarles a los chicos si tienen alguna manía o ritual antes de un concierto.
―¿Como manía te sirve llevar siempre un libro a los conciertos que, obviamente, ni siquiera va a ser abierto? ―se queja Darío, cabeceando hacia Raúl, quien lanza un resoplido.
―¿Veis lo que tengo que aguantar? ―refunfuña el bajista, aunque se le nota que está de cachondeo―. Te molestará a ti mucho si me llevo un libro o toda una biblioteca… Sin embargo, nosotros sí tenemos que soportar el ruidito del velcro de tus guantes, que te los pones y te los quitas veinte veces antes de salir a tocar.
―Veintiuna ―apunta el batería, con impostado tono trascendental, y Ángel casi se atraganta con el café.
―Yo diría que más ―añade entre risas.
―Bueno, y aquí tenemos a «don estómago delicado» ―se burla de él el gallego―, que no puede beber ni comer nada antes de actuar.
―Temo vomitarle al público ―dice, y las muecas de disgusto entre risas no se hacen esperar.
―Dios, qué asco ―exagera Darío―. Siguiente pregunta, chicas ―agrega, mirándolo con fingida desaprobación.
―Yo tengo curiosidad por saber más cosas de Toni ―dice esa chica andaluza tan simpática que se llama Almudena―. En realidad, ¡no sabemos nada! ¿Eres soltero, casado, divorciado…?
La cara de Toni es un poema… Se gira hacia ella con una expresión en su cara donde se entremezclan asombro y, sobre todo, malestar, como si esa pregunta hubiera sido un completo desatino.
―No sé de qué te extrañas. Despiertas interés en las lectoras ―la secunda Juani, y Toni arquea las cejas con incredulidad―. Veamos ―añade entonces con aire travieso, abriendo el dossier que aún tiene frente a ella―. Pili ―la señala y la aludida levanta un brazo con una sonrisa pícara en sus labios― quiere saber si tienes tiempo para tu vida privada con todo el que le dedicas a los chicos ―lee―. Y María y Gemma ―ambas también levantan un instante la mano en actitud traviesa― directamente preguntan si habrá un cuarto libro de Extrarradio… contigo como protagonista.
―¿Conmigo? ―inquiere, señalándose, sin terminar de dar crédito a lo que escucha.
―Tienes tu propio club de fans ―le dice, y él lanza una irreverente carcajada, aunque la escritora lo mira seria, haciendo que deje de reír.
―Estás de coña ―murmura él.
―Les encanta tu forma de tratar a los chicos ―le confirma ella―. Todas se preguntan si eres el hombre de negocios implacable e infalible que ha llevado a Extrarradio al estrellato o el que se preocupa por ellos aunque finja indiferencia cuando se meten en un lío.
―Ninguno de los dos ―responde, encogiéndose de hombros con forzado desinterés.
―Supones un misterio para ellas demasiado interesante, Toni, incluso alguna bromea diciendo que tal vez seas un fantasma, por aquello de que eres demasiado bueno para ser verdad ―añade con sorna, aunque sus palabras hacen que yo sonría. El único espectro de la sala es un servidor… y soy tan bueno como parezco. Ja.
―Soy de carne y hueso, y sin encanto alguno ―espeta el representante―. Seguro que tienes historias mucho más interesantes por contar que la mía ―asevera disconforme.
―Pero, hombre…
―Sacrifiqué muchas cosas al creer que mi trabajo era lo más importante ―la corta de un modo un tanto brusco―, hasta el punto de que pasó a ser lo único porque perdí todo lo demás. Solo hay esto ―abre los brazos, señalando a su alrededor―, así que, insisto, seguro que hay otras historias mucho mejores en las que centrarte.
Juani asiente seria, aceptando sus palabras, aunque reconozco cierto brillo en su mirada que me resulta muy familiar: era la expresión que veía en Sofía cuando me daba la razón como a los locos, ese «sí, pero acabaré haciendo lo que me dé la gana».
―¿Siguiente pregunta? ―inquiere Toni con una sonrisa irónica y forzada tras dar un sorbo a su café.
Juani carraspea y mira a Manoli para que le eche un cable y continúe.
―Pues mi pregunta es más personal y va dirigida a Raúl. ―El aludido levanta las cejas en un gesto de agrado―. ¿Eres celoso? ¿Qué no le consentirías a Diana? ―le cuestiona, sorprendiéndole su desparpajo y que sea tan directa.
―No sé… ¿Que no me quisiera? ―responde con mirada tierna y encogiéndose de hombros―. No puedo prohibirle nada, soy su marido, no su dueño, pero si me dejo llevar por mis deseos, le prohibiría que dejara de quererme. ¿Te vale? ―le pregunta, dudoso.
―A mí, sí ―dice de pronto Diana, y él se gira a mirarla―. ¿Te quieres casar conmigo?
El bajista sonríe, enternecido, y le acaricia la mejilla.
―Renovaría nuestros votos cada noche, durante el resto de mi vida ―le susurra, y ella se acerca para darle un beso en los labios.
La escena arranca más de un suspiro en las féminas. Esto se está poniendo demasiado ñoño… ¿No se supone que los rockeros son tipos duros? Aunque tal vez uno se olvida de que también tienen corazón.
―Pues sobre eso os quería preguntar yo a vosotras ―interviene de nuevo Mari―. Ahora que las cosas se han calmado y vuestras vidas están encarriladas, ¿en algún momento se os hubiera pasado por la cabeza ser las mujeres de los chicos de Extrarradio?
―¿Estás loca? ―le pregunta Vanessa con exagerada incredulidad―. Para un mísero chorizo, ¿para qué aguantar el cerdo entero? ―añade, y las risas de los presentes no se hacen esperar, incluso la mía, aunque por suerte nadie puede oírme. Menuda mujer… Observo que algunas de las chicas miran a Darío, como si esperasen otra reacción en él, pues está tan divertido como los demás.
―Vamos, preciosas, como si no la conocierais ―les dice, guiñándoles el ojo.
―Te quiero, cerdito mío ―sigue con el juego su mujer, y Darío la coge de la barbilla y le da un sonoro beso en los labios.
―¿Y tú, Sofía? A pesar de los años, ¿seguía viva la esperanza en ti? ―insiste Mari.
―Pues no sé si viva o muerta, pero ahí estaba ―admite―. Nunca conseguí despegarme de la presencia de Ángel.
―Y menos mal ―murmura mi amigo. Le pasa el brazo por el cuello y la acerca a él para darle un suave mordisco en la mejilla.
―Yo le produje a Diana dolor de estómago cuando me conoció, así que estoy seguro de que nunca se le habría pasado por la cabeza ―bromea Raúl, provocando que ella se ría. La verdad es que a este chico el matrimonio le ha sentado bien; cada día se suelta un poco más…
―Te impactó cuando te lo dije, ¿eh?
―No lo olvidaré jamás ―se hizo el dolido.
―¿Seguro que quieres renovar los votos? ―bromea ella, haciéndolo reír.
―Palabra de ingeniero de teleco ―promete con la mano derecha levantada.
―¿Y cuál es vuestro miedo en este nuevo camino que estáis recorriendo junto a ellos? ―pregunta otra vez Manoli, quien no pierde ocasión.
―No dar la talla ―responde de pronto Vanessa, muy seria, por primera vez en toda la comida.
―¿Qué tontería es esa? ―inquiere Darío, preocupado.
―Es inevitable que las tres estemos en el punto de mira ―Sofía concuerda con ella―, que les interese lo que hacemos, dónde vamos, cómo nos vestimos… ―recita con cierto resquemor.
―No tenéis que demostrarle nada a nadie ―le rebate mi amigo, apretando una de sus manos con la suya.
―Eres mi mujer, y para mí eres perfecta ―continua el batería, atando con mirada penetrante a Vanessa―. Y lo que piensen los demás me importa un cuerno, ¿está claro?
La amiga de mi hermana asiente, y Darío le da un beso en los labios, corto pero intenso y que arranca más de una sonrisa.
―En cualquier caso, debe ser complicado, ¿no? ―interviene ahora Elena, que también es pontevedresa, como él. Me alegra mucho haber tenido ocasión de conocerla, es una mujer admirable y sé que es apoyo muy importante para Juani, tanto en el terreno profesional como personal―. Me refiero a compaginar vuestros compromisos laborales con la vida privada ―prosigue la futura abogada―, sobre todo porque ellas no tienen nada que ver con este mundillo.
―Pues ya lo ves ―Vanessa suspira un tanto abatida―. No falta el paparazzi que nos aborda a la salida del cine ―le comenta enfurruñada.
―¿A que no te imaginabas que sería tan divertido? ―se cachondea su marido, y ella no puede reprimir una sonrisita.
―¿Como cuando les dimos esquinazo en la avenida del Puerto? ―dice con picardía, y él echa la cabeza hacia atrás soltando una carcajada. A saber lo que harían estos dos…
―En realidad, esa es la parte a la que llegas a acostumbrarte ―prosigue ahora Dianita―. Pero lo peor son las ausencias ―lamenta con tristeza―. Hablo por las tres cuando digo que, por ejemplo, estos meses que han estado de gira por Latinoamérica se nos han hecho eternos.  Es cierto que hablábamos a diario, por WhatsApp, Skype
―Falta el contacto ―concuerda Raúl, acariciando el brazo de su mujer―, sentir la piel del otro es lo que te da la certeza de que esto es verdad.
Ufff… Qué cursilada…
―Así que podemos tirarnos una semana encerrados en casa recuperando el tiempo perdido ―salta Darío.
A tomar por saco el momento cursi, dando paso a una carcajada generalizada.
―Por cierto ―dice Almudena entre risas―. Sabemos cómo se conocieron Ángel y Toni, ¿con vosotros cómo fue? ―Señala a los otros dos músicos.
Ambos aludidos se miran entre sí, compartiendo una conversación muda aderezada con una sonrisa traviesa.
―¿Quién empieza? ―Darío reta a su compañero.
―Cuando lo conocí, pensé que era un fanfarrón… «Cuidado, que he tocado en la Filarmonía» ―añade exagerando el tono.
―Y yo, que tenías un palo metido en el culo ―le replica muy serio, y sosteniéndose la mirada.
Los demás se observan entre sí… La diversión se acaba de esfumar. Menos mal que la pregunta era del todo inocente, porque se masca la tragedia en mitad de aquel instante tenso y cortante. Hasta que ambos estallan en carcajadas, y yo veo en el resto de caras sus deseos de matarlos por el mal rato que les han hecho pasar.
―En realidad, no tenía un palo en el culo, pero casi ―admite Raúl, secándose las lágrimas a causa de la risa. La madre que lo…―. Estaba acojonado porque me habían citado en el estudio de grabación, pero sin comentarme para qué. Al llegar, me metieron en una sala donde estaba él ―señala al batería―, y lo primero que me dijeron fue que era mi compañero y que, en cuanto llegara Ángel, tocaríamos un tema juntos «para ver cómo sonábamos». Me dieron ganas de salir corriendo.
Una carcajada de Darío resonó en la sala.
―No te rías, capullo ―Ángel defiende al bajista―. Sabes que a mí me pasó algo parecido; éramos un par de pardillos a tu lado, señor de la Filarmonía.
―Bueno, pero resulté ser un tío de puta madre, ¿o no? ―les pregunta con una sonrisa chulesca en su cara. Este chaval cada día me cae mejor…
―Un tanto cargante, más bien… ―se cachondea Raúl, y Darío alcanza un sobre de azúcar de la mesa para tirárselo a la cabeza―. Vale, lo admito, eres un buen compañero y amigo.
―Amén ―lo secunda Ángel, haciendo que todos sonrían.
―Pregunta para Juani ―salta Ester, levantando la mano. Me cae bien esta chavala…, llegará lejos porque tiene las cosas muy claras. Juani le tiene mucho cariño y sabe que puede contar con su apoyo incondicional―. ¿Por qué decidiste crear Extrarradio versión hombres y no versión mujeres? Las imagino en plan malotas ―bromea.
―A ver, sí que pretendía hacer algo distinto, porque vas por ahí, ¿no? ―le pregunta, a lo que ella asiente―. Sí, los tres son guapos y exitosos y pueden tener a cuanta mujer quieran.
De pronto, Darío carraspea, riñéndola.
―Podían, podían ―rectifica al instante, y él, de cachondeo, la mira como si estuviera perdonándole la vida―. En fin, que hasta ahí llega el estereotipo ―retoma la respuesta―, pues para empezar no son rockeros «de manual» ―alega, dibujando las comillas con los dedos.
―¿Acaso está escrito por ahí cómo tengo que ser? ―se cachondea Ángel, aunque hace una mueca de desagrado.
―Hay quienes no han querido leer vuestra historia porque os consideran demasiado moderados ―le responde―. No estáis todo el día bebiendo, hasta las cejas de droga y tirándoos a todas vuestras groupies, una detrás de otra ―añade con cierta resignación.
Los cuchicheos no se hacen esperar, sobre todo en la zona donde están Almudena, Gemma y Manoli, a las que parece cabrearles esa explicación, pues se oye más de una palabrota.
―Ahora resulta que es más interesante ir de chute en chute que dejarme la piel para conseguir a la mujer que amo  ―resopla Darío sin poder creerlo.
―¿Eso que dices es cierto? ―le pregunta Raúl a Juani, serio a la vez que molesto.
―Sí, pero a mí no me importa, y menos debería importaros a vosotros ―le dice con total tranquilidad―. Eso es una señal de que conseguí plasmar algo diferente, tal y como le comentaba a Ester. Además yo estoy muy orgullosa de que tengáis vuestros propios valores, respeto por vosotros mismos…, aunque fuerais unos cabezotas a los que daban ganas de arrearles un par de mamporros para que reaccionaran ―se burla.
―Ey, para, a mí no me metas en ese saco ―se defiende Darío en actitud engreída, tras lo que mira de reojo a su mujer.
―Ya me ha colgado el sambenito ―suspira ella, poniendo los ojos en blanco, y esa broma hace que el ambiente tenso se relaje.
―A mí me gustaría saber… si pudierais pedirle a Juani que cambiara algo de vuestras historias, ¿qué sería?
La pregunta la hace Thania, una guapísima morena de ojos claros, de esos que te dejan embobado.
―Si el resultado fuera otro, nada ―responde Raúl, entrelazando los dedos de una de sus manos con los de Diana. Veo que ella le sonríe, y el bajista tira para besarle los nudillos. Me alegra verla tan feliz… Siempre me gustó, no sé si porque era la mejor amiga de mi hermana o porque era muy distinta al resto de chicas de la pandilla. Sin embargo, Alfonso le echó el guante en cuanto pudo, y yo decidí mirar hacia otro lado. En realidad, ni Alfonso ni yo éramos hombre para ella, y Raúl es la prueba viviente de ello.
―Yo empezaría y no acabaría ―alega de pronto Ángel con una sonrisa triste―. Pero sé que precisamente todo lo que me ha ocurrido a lo largo de la vida me ha convertido en el hombre que soy ahora.
―Y yo no lo cambio por nada ―le dice Sofía muy bajito, aunque todos los presentes la escuchan, haciéndoles sonreír.
―¿Y de dónde te sacas tú esas filosofadas, gamberrete? ―bromea Darío. Este tipo es un cachondo mental.
―Me lo dijo un listillo ―contesta en tono burlón, y yo reprimo las ganas de darle una colleja angelical al llamarme así. La pesadilla de esta noche será memorable…
―Bueno, chavales, empieza a hacerse tarde ―comenta Toni al mirar su móvil, y empiezan a escucharse las quejas por toda la mesa. La verdad es que menuda forma de cortarles el rollo, con lo a gusto que están aquí, de charreta―. Venga va, la última pregunta. ―Y Manoli, rauda y veloz, levanta la mano.
―La última para Juani ―anuncia, y ella la mira temiéndose lo peor―. ¿Qué escena te dolió más escribir?
Vaya tela…
Veo que coge aire, tomándose unos segundos para hablar, aunque no para decidir su respuesta, pues asiente con la cabeza, como si lo tuviera claro.
―Sin lugar a dudas, relatar la muerte de Juancar.
Escuchar mi nombre saliendo de sus labios hace que mi angelical corazón de un vuelco.
―No solo por la carga emocional de la escena ―continua mientras toda la mesa le presta la máxima atención. Y yo no quiero perderme ni una de sus palabras―, sino porque, a pesar de saberse desde el primer capítulo que él estaba muerto, es testigo del amor entre Sofía y Ángel, un poco partícipe también, y se le coge cariño en sus apariciones cuando a base de recuerdos y pinceladas conocemos su relación con Ángel. Me resultaba extraño que fuera un condenado a muerte, que ya lo estuviera en realidad. Era un hecho que sobrevolaba la historia pero sin llegar a aterrizar, sin ser conscientes de la relevancia que podía tener. Pero yo vuelvo a acabar con su vida en el capítulo diecisiete, y no solo eso, pues entendemos por fin lo que desencadenó aquella tragedia, las consecuencias, aquel punto de inflexión que quebró demasiadas cosas esa noche. Esa escena me la lloré de principio a fin.
Encuentro la tristeza de la que habla en sus ojos, y también cierta culpabilidad. Parece que, al igual que a Ángel, a ella también le cuesta aceptar que las cosas debían darse de ese modo. Una pequeña charla le vendría bien, pero no es el momento, aunque no me gusta dejarla así. Por eso me acerco y le doy un suave beso en la mejilla. Se sobresalta, sé que me ha sentido, pues se lleva la mano al rostro y mira a su alrededor para comprobar si alguien se ha dado cuenta de su apuro, porque ha sonreído mientras se pone colorada. Sí, luego hablaremos…
―Y… fin ―recita Toni con tono teatral, rompiendo el encanto del momento―. ¿Veis que puedo llegar a ser un capullo? Una novela mía… ―refunfuña, negando con la cabeza, y la tensión no solo desaparece sino que se oyen varias risas. Él es el primero en levantarse y su gesto anima al resto a hacer lo mismo.
―Yo quiero daros las gracias a todos por este momento que será digno de recordar ―les dice Juani a todos los presentes mientras se van poniendo de pie―. A vosotras ―se refiere a las lectoras― quiero agradeceros vuestro cariño y el apoyo que me estáis brindando durante todo este tiempo mientras intento cumplir mi sueño. Siento que no hayamos podido formular todas las preguntas, pero confío en que os hayáis divertido igualmente.
―¿Cuándo volvemos a quedar? ―salta Gemma, haciéndolos reír.
―Yo vivo aquí en Valencia, así que me viene genial cualquier día que digáis ―bromea Ana.
―Todo es estudiarlo ―comenta Ángel, mirando de reojo a Toni, lanzándole una indirecta.
 ―Además, dentro de poco iniciaremos una gira por España y nos encantará veros en nuestros conciertos ―apunta Raúl.
―Ya sois «fans VIP» ―agrega Darío con sonrisa socarrona.
―No sabéis lo que habéis dicho ―bromea Ariel.
―¿Nos lo ponéis por escrito? ―la secunda Lorena.
―Y que Mallorca esté en esa gira, por favor ―continúa May.
―Esta noche nos dedicáis un tema, ¿no? ―dice Pili.
Y así se suceden las bromas y comentarios mientras van saliendo del restaurante. La jornada no ha terminado porque están invitadas tanto a la prueba de sonido como al concierto de esta noche… Va a ser un día memorable. Sé que permanecerá en su memoria durante mucho tiempo, yo me encargaré de ello, porque el vínculo que se ha creado aquí no es cualquier cosa. Lo que Extrarradio ha unido, no lo separa nadie. Y ahora sí… Fin…


15 comentarios:

  1. Como siempre Juan chapó! ! Es una pasada ver tu nombre junto al de los chicos gracias por darnos esta oportunidad!!

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    Respuestas
    1. Alaaa el corrector del móvil ajajjaja te he cambiado el sexo Juani!!

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  2. jajajajajajaja no te preocupes!!! Me alegra que te haya gustado!!! :* Besazos!

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  3. Espero que os guste el relato y muchas gracias a Mari por darme la oportunidad de poder obsequiaros con este pedacito de ellos, que sepáis un poquito más. Besotes!!

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  4. Estoy de acuerdo con Juancar, lo que Extrarradio ha unido no lo separa nadie!!! Me ha encantado y enhorabuena a las dos, a Mari y a Juani!!! Un besazo.

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  5. Hola loca!!! Está genial esta "historia" ha quedado super chula, encima canalla me has hecho "llorar" será que estoy emotiva. Me ha encantado, y las respuestas de los chicos chulísimos, anda que de la reina juani... En fin...
    Que ha molao.
    Besos guapas.

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  6. Hola! Uy que casi la lío y me leo menos mal que me quede en los enlaces de venta. Un beso

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  7. Hola, wow, qué puedo decir, es GENIAL, las risas que me acabo de echar!!
    La entrevista estuvo fantástica y eso de entremezclar a los personajes con las lectoras es una idea increíble, sobre todo porque es verdad: nos conocemos de facebook y somos unas enamoradas de XTRD!
    Pero Toni, si pretendías que no sintiésemos curiosidad por conocer tu historia… ya te puedes ir olvidando, majo, porque ahora tenemos aún más ganas de leerla! Je, je, y como bien dice nuestro fantasma favorito: Juani hará lo que le dé la gana!
    Muchas gracias por todo chicas, un beso.
    PD: Cof, cof, por cierto Juancar, puedes visitarme en sueños siempre que quieras, te espero! Ja, ja.

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  8. hola,
    el relato esta muy bien, creo que tengo que ponerme y saber mas de esta pandilla

    besos

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  9. Hola!!!
    Jajaja por poco y casi que leo (Ay Dios)
    Un abrazo.
    Angie - CDC

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  10. Qué chulo el relato, me ha encantado, y que lo relatara Juancar ha sido genial

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  11. Gracias Juani por este pedacito de historia de los chicos y a Mari por compartirlo en su blog.

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  12. Gracias Juani por este pedacito de historia de los chicos y a Mari por compartirlo en su blog.

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  13. Madre mía, me ha encantadoooo volver a ver a los chicos, lo que me he reído.
    Jopeeee no me enteré de esto, pero lo han hecho genial.
    Gracias por esta entrada
    cdc

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